El papel del arroz en la I Vuelta al mundo de Magallanes y Elcano

En 2019 se han cumplido 500 años del inicio de una de las mayores gestas de la historia de la humanidad: La primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano. 

Esta expedición, cuyo objetivo era abrir una ruta por el oriente hacia las Islas de las Especias (las actuales Molucas, en Indonesia), la iniciaron 247 hombres repartidos en 5 navíos de los cuales solo uno logró llegar a Sevilla, con 18 marineros hambrientos a bordo.

En el siglo XIV, las especias estaban muy demandadas. Al provenir del otro lado del mundo, era muy complicado conseguirlas por lo que tenían un valor altísimo, equivalente al oro. Una pequeña bolsa de especias era suficiente para solucionar la vida a cualquiera, solo así podemos entender la motivación de la expedición. Lo que no sabían los expedicionarios al iniciar el viaje era que tendrían que rodear América hasta llegar al Estrecho de Magallanes, en latitudes cercanas a la Antártida, ni que se tendrían que enfrentar al interminable Océano Pacífico. Aún así, sabían que se enfrentaban a un viaje larguísimo, de años, por lo que debían de proveer las naos con los suficientes víveres que les hicieran soportar dicha travesía.

El arroz, el alimento que salvó a la expedición

En 1519, aún quedaban muchos años para que el frigorífico fuese inventado por lo que tenían que cargar las naves con productos no perecederos y que aguantaran muy bien el paso del tiempo. Así, en las bodegas de estos barcos no faltaban legumbres como las judías y las lentejas, pescados en salazón, queso, harina, miel, galletas de mar (algo parecido a nuestras actuales regañás), cientos de barriles de agua y vino y por supuesto, toneladas de arroz. Pero todo esto no fue suficiente. En el Pacífico se quedaron sin víveres y solo contaban con arroz hervido en agua de mar como única comida, por lo que se le debe gran parte del éxito de la misión.

El temido escorbuto

La situación llegó a ser dramática. Fueron tal las penurias, que hasta las ratas que había a bordo pasaron a ser parte del menú. Es aquí donde hizo acto de presencia un mal invisible, una enfermedad que por aquel entonces achacaban a un mal divino, pero no era otra cosa que el escorbuto. Esta dolencia, originada por la ausencia de vitamina c que nos proporcionan los alimentos frescos, causaba debilidad, gingivitis y hemorragias que llevaban finalmente a la muerte.

La muerte de Magallanes y el regreso a Sevilla

Hasta 3 meses les llevó cruzar el eterno Océano Pacífico, y al fin llegaron a Filipinas. Una vez allí, Magallanes moriría en batalla contra los nativos. Fue entonces cuando Elcano sustituirá al navegante portugués como capitán general de la expedición.

3 años y un mes más tarde llegaban a Sevilla volviendo por el este. El resto es historia.

¿Conocías los entresijos de esta epopeya? ¡El arroz los salvó de morir de hambre!

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